La Compañía de Jesús en Bolivia se encuentra en el epicentro de una tormenta mediática tras la revelación de documentos internos que demuestran el conocimiento y encubrimiento sistemático de abusos sexuales perpetrados por varios de sus miembros durante décadas.
Las revelaciones, publicadas por el periódico español El País, han sacudido a la orden religiosa y han expuesto una red de complicidad y omisión que se extendió desde los años 80 hasta 2019.
Denuncias ocultas y abusadores protegidos
La investigación de El País se centra en tres jesuitas: el español Alfonso Pedrajas, alias Pica, Lucho Roma y Luis Tó. Pedrajas, quien falleció en 2000, admitió en un diario personal haber abusado sexualmente de al menos 85 niños en varios colegios jesuitas en América Latina. Su testimonio, que detalla cómo sus superiores encubrieron sus crímenes, fue el detonante para una investigación más amplia que reveló una historia de abusos y protección institucionalizada dentro de la orden.
El caso de Alfonso Pedrajas
Osvaldo Chirveches, ex alto cargo de los jesuitas en Bolivia, afirmó hace un año que desconocía los crímenes de Pedrajas. Sin embargo, documentos internos a los que accedió El País desmienten esta declaración, evidenciando que desde los años 80, la cúpula jesuita en Bolivia recibió denuncias contra Pedrajas y otros por pederastia. A pesar de esto, se optó por trasladar a los abusadores en lugar de denunciarlos a las autoridades, perpetuando así el ciclo de abusos.
Lucho Roma y Luis Tó: abusos silenciados
Lucho Roma, otro sacerdote español, abusó durante décadas de cientos de niñas indígenas en Bolivia. Las investigaciones internas de la orden confirmaron sus crímenes y los de otros jesuitas, pero estos hallazgos fueron ocultados tras la muerte de Roma en 2019. De igual forma, Luis Tó, condenado en 1992 por abusos en España, fue trasladado a Bolivia donde continuó en contacto con menores, pese a que la orden en ambos países negaba su acceso a niños.
Encubrimiento sistematizado
La investigación interna, conocida como «Los manuscritos de Charagua», reveló que las denuncias contra estos jesuitas fueron sistemáticamente ignoradas o encubiertas por la orden. César Maldonado, un jesuita que denunció a Roma en 2016, afirmó que las acusaciones contra Pedrajas eran conocidas por los provinciales desde 1982, y que estos eligieron trasladar a los acusados a diferentes lugares, en lugar de impedir su contacto con menores.
Consecuencias legales
El escándalo ha llevado al fiscal general de Bolivia a reabrir el caso contra Roma e investigar el encubrimiento de la Compañía de Jesús. Las cartas internas de la orden y los testimonios de varios jesuitas confirman que estos abusos fueron un «encubrimiento institucionalizado», y que las autoridades religiosas prefirieron silenciar los casos para evitar el escándalo público y las consecuencias legales.
Respuestas de la orden
Francisco Pifarré, otro jesuita español, admitió en un interrogatorio haber encubierto estos delitos. Argumentó que, en los años 80, la pederastia era vista más como una falta a los votos religiosos que como un delito merecedor de cárcel. Pese a su confesión, la orden no abrió una investigación en su contra ni abordó los nuevos casos de abusos descubiertos en 2019.