El número de muertes por las históricas inundaciones en el sur de Brasil alcanzó el miércoles el centenar, mientras las operaciones de rescate en la castigada capital de Porto Alegre fueron suspendidas por nuevas lluvias.
Según Defensa Civil, al menos 100 personas fallecieron, 374 resultaron heridas y 130 están desaparecidas por las crecidas de ríos tras las lluvias torrenciales en el estado de Rio Grande do Sul.
Un millón y medio de personas resultaron afectadas y más de 163.000 fueron evacuados por el desastre climático, cuya violencia expertos y el gobierno brasileño vinculan al cambio climático.
Expulsados de sus hogares por las aguas, los residentes de la favela Santo André en Porto Alegre instalaron un campamento improvisado en una carretera desierta. “Estoy aterrorizado, pero ¿qué puedo hacer?”, dijo Adan Moreira dos Santos, un comerciante de 55 años.
El río Guaíba, desbordado sobre Porto Alegre, disminuyó más de 20 centímetros desde el martes y marcaba 5,06 metros, pero la situación aún es inestable.
Voluntarios con lanchas y jetskis recorrían desde temprano las calles inundadas para rescatar a gente que seguía atrapada en sus casas o que simplemente no quiso salir de ellas por temor a saqueos.
Pero cuando el agua apenas bajaba en algunas zonas, la lluvia volvió a caer, lo que interrumpió las evacuaciones.
La alcaldía pidió en redes sociales “que los barcos en operaciones de rescate suspendan temporalmente sus actividades”. Citó además “posibles descargas eléctricas y vientos superiores a 80 km/h en las próximas horas”.
Aguas contaminadas
Las autoridades también insistían en el peligro de regresar prematuramente a zonas vulnerables y alertaban de la posibilidad de inestabilidad en los terrenos y de peligros para la salud, por las aguas contaminadas.
Cerca del inundado estadio del Gremio de Porto Alegre, donde funciona un improvisado puerto, los voluntarios comenzaron a retirar sus embarcaciones con el inicio de las precipitaciones, constataron periodistas de la AFP.
Pero pese al nuevo riesgo de crecida, muchos pobladores se niegan a dejar sus casas. Algunos podían verse en los techos de las humildes viviendas.
Caudal récord
En el sur del estado, las inundaciones deben alcanzar “graves proporciones” en los próximos días debido al “colosal” volumen de agua que ha caído en el Guaíba y otros ríos que alimentan la Laguna de los Patos, con salida al Atlántico, alertó el sitio MetSul Meteorologia.
“El caudal récord equivale a (…) lo que podría esperarse en una recurrencia estimada una vez cada 10.000 años”, señaló en una nota.
Las precipitaciones deben seguir, con “aguaceros” de viernes a domingo en la región de Porto Alegre, según el Instituto Nacional de Meteorología (Inmet).
El gobierno del estado decretó el nivel de emergencia en cinco embalses, dos de ellos en “riesgo de ruptura inminente”.
Las inundaciones en Rio Grande do Sul pueden “causar impactos” en otros países de la Cuenca del Plata (Argentina, Bolivia, Paraguay, Uruguay), debido a que “el volumen de aguas pasa por ríos transfonterizos que desaguan en otros territorios”, alertó el Servicio Geológico de Brasil.
“Corredor humanitario”
Las autoridades trabajan en construir un “corredor humanitario”, según el alcalde de Porto Alegre, Sebastián Melo, un paso temporal entre la urbe y la región metropolitana, un asunto clave para el abastecimiento de la población, ya falta de agua potable.
Por ahora “no falta nada, salvo agua”, pero “para algunos productos usamos stock”, relató a la AFP Roger da Silva, de 36 años, gerente de un supermercado en el municipio de Viamao, al este de Porto Alegre.
“Pedimos alimentos (básicos) como arroz y porotos” pero no llegaron. “El problema es la entrega”, explicó Da Silva.
Por otra parte, el gobierno federal anunció que importará 200.000 toneladas de arroz para garantizar el suministro y evitar especulaciones en el precio, dado que la región inundada abastece de más de dos tercios del arroz que se consume en Brasil.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, lamentó la pérdida de vidas en Brasil en un comunicado y subrayó que desastres como esos son “un recordatorio” de los devastadores efectos de la crisis climática.