Organización de Estados Americanos (OEA) se despidió de Nicaragua, que dejará de ser miembro el 19 de noviembre, exhortándole a «respetar todos los derechos humanos» porque es una de sus «obligaciones legales».
Ese día se habrán cumplido los dos años que deben transcurrir hasta que se hace efectiva la solicitud de salida presentada por un país de la OEA. En 2021, Daniel Ortega decidió dar la espalda a la OEA en protesta por la negativa del organismo a reconocer las elecciones de 2021, en las que él salió reelegido con sus rivales en la cárcel o en el exilio.
Esos comicios agravaron la crisis que ya atravesaba el país desde las protestas antigubernamentales de 2018, que se saldaron con unos 300 muertos.
La OEA «lamenta profundamente» que Nicaragua se haya alejado pero hace hincapié en que su retiro «no deja sin efecto las demás obligaciones legales por las cuales es responsable en virtud de su ratificación de otras convenciones interamericanas», se lee en una resolución aprobada por unanimidad por el Consejo Permanente, órgano ejecutivo del organismo.
Nicaragua «sigue obligada a respetar todos los derechos humanos reflejados en las normas consuetudinarias (…) en las convenciones multilaterales» de las que forma parte y «los derivados de principios generales del derecho internacional», insiste, y advierte a Ortega que «continuará prestando especial atención» a la situación en el país.
Uruguay: «Violencia descarnada de la dictadura de Ortega»
«Decepción», «tristeza» o «profunda desazón» fueron algunos de los términos utilizados por los países para describir el estado de ánimo en la OEA, que está dispuesta a acoger de nuevo en su seno a Nicaragua.
Uruguay lanzó un alegato en contra de «la violencia descarnada de la dictadura del señor Ortega», en palabras del embajador uruguayo ante la OEA, Washington Abdala.
«No le queda nada por hacer, ha roto todas las líneas rojas, las ha quebrado absolutamente todas», dijo Abdala, que recordó que Ortega es «el que dejó morir a Hugo Torres», un excompañero de armas y después crítico del mandatario que falleció en un hospital tras pasar meses en la cárcel. Es «el que persigue a la Iglesia y «declara apátridas», añadió.
«No señor Ortega, no se va a ir tan fácil de la defensa de los derechos humanos en el continente, no va a ser tan simple, no debe ser tan simple y, si fuera tan simple, hablaría muy mal de nosotros porque ¿para qué estamos nosotros acá? Para defender los principios, los valores, la democracia, los derechos humanos», recordó a sus colegas alzando la voz.
Brasil y El Salvador: enfoques constructivos
Otros fueron más ponderados, sobre todo Brasil, que junto con El Salvador insertó un pie de página en la resolución. «Aprovechamos para reiterar nuestra percepción de que es preciso calibrar estrategias» políticas «con enfoques constructivos y colaborativos» porque aunque la posibilidad de aplicar medidas de carácter punitivo «puede ser útil en algunos contextos» no debe considerarse como «mecanismos automáticos», afirmó el embajador brasileño ante la OEA, Benoni Belli.
El gobierno del presidente Luiz Inácio Lula da Silva alberga la «esperanza de que Nicaragua podrá volver a la organización en un futuro», dijo.
«Siempre, siempre debemos de tener abierta la posibilidad de promover un diálogo constructivo con las autoridades de ese país hermano», coincidió su colega chileno Sebastián Kraljevich.
Canadá también apuesta por mantener la puerta abierta para el diálogo y para un compromiso genuino con el gobierno nicaragüense y la esperanza de algún día verlo regresar a esta familia», de la que forma parte desde 1950, sostuvo su embajador ante la OEA, Stuart Savage.
EE.UU.: Ortega y Murillo «se esconden de sus abusos»
Para Estados Unidos «la equivocada decisión» de Ortega y su esposa y vicepresidenta Rosario Murillo «es un esfuerzo por huir y esconderse de sus continuos abusos de los derechos humanos, incluidas las condenas y malos tratos a presos políticos detenidos injustamente, como el obispo (Rolando) Álvarez, ataques al periodismo independiente, a periodistas y el cierre de cientos de organizaciones de la sociedad civil», aseguró el representante estadounidense Giovanni A. Snidle.
Un alejamiento que, según el embajador ecuatoriano ante el foro Mauricio Montalvo Samaniego, «es producto no del interés del noble pueblo nicaragüense, sino del sórdido interés de un gobierno con una cuestionada legitimidad democrática».