Durante su primera comparecencia ante un tribunal federal el lunes en Florida, Manuel Rocha, exembajador de Estados Unidos ante Bolivia y funcionario diplomático de este país durante cuarenta años rompió a llorar y no se declaró culpable, según The New York Times.
Rocha fue arrestado el fin de semana y acusado de espiar para Cuba durante un lapso de 40 años, anunció el lunes el Departamento de Justicia, detallando una traición impactante por parte de un sospechoso que llamó a Estados Unidos “el enemigo”.
El Fiscal General de Estados Unidos, Merrick Garland, expuso las acusaciones contra Víctor Manuel Rocha, ex miembro del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, ahora acusado de utilizar sus cargos dentro del gobierno para apoyar la “misión clandestina de recopilación de inteligencia” de Cuba contra Estados Unidos.
Este miércoles se ha programado una nueva audiencia y se prevé que se presenten cargos en su contra, pidiendo su detención mientras se lleva adelante el juicio. Dados los antecedentes del caso es improbable que se le otorgue una fianza.
El escándalo del exembajador ha causado mucha repercusión en Bolivia, ya que Rocha es recordado por haberse inmiscuido en la política interna, específicamente en la campaña electoral de 2002, cuando pidió no votar a Evo Morales, lo que se considera terminó por beneficiar al candidato cocalero, que quedó segundo en aquellas elecciones y a partir de aquel año despegó su carrera política.
La denuncia penal detalla cómo, durante múltiples reuniones con el agente encubierto del FBI a partir de noviembre de 2022, Rocha “se comportó como un agente cubano”, elogiando al difunto líder de la isla comunista Fidel Castro y “usando el término ‘nosotros’ para describirse a sí mismo y Cuba.”
Admitió haber viajado a La Habana en 2016 o 2017 para reunirse con sus responsables de la DGI y le pidió al agente encubierto que enviara “mis más cordiales saludos a la Dirección”, refiriéndose a la DGI.
El viernes, en una entrevista voluntaria con agentes de seguridad del Departamento de Estado, Rocha “mintió repetidamente”, incluso negó haber conocido al agente encubierto, y posteriormente fue arrestado.
“Quienes tienen el privilegio de servir en el gobierno de los Estados Unidos reciben una enorme confianza del público al que servimos”, dijo Garland.
“Traicionar esa confianza prometiendo falsamente lealtad a Estados Unidos mientras se sirve a una potencia extranjera es un delito que será castigado con toda la fuerza del Departamento de Justicia”.
Rocha se unió al Departamento de Estado en 1981 y ascendió de rango como funcionario de carrera, ocupando también puestos en La Habana, Buenos Aires, Ciudad de México, República Dominicana y Washington.
Los cargos en su contra incluyen: conspiración para actuar como agente de un gobierno extranjero; actuar como agente de un gobierno extranjero sin el consentimiento previo del gobierno; y utilizar un pasaporte estadounidense obtenido mediante declaraciones falsas.
El explosivo caso alarmó a los legisladores estadounidenses, incluido el presidente del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes, Michael McCaul, quien dijo que estaba consternado por los cargos contra Rocha.
Si bien abusar de la confianza pública para ayudar a “un régimen criminal y antiestadounidense” es vergonzoso, el caso también debería “servir como recordatorio de que el régimen cubano sigue siendo una amenaza siempre presente para Estados Unidos y nuestros intereses en todo el mundo”, dijo.
El Departamento de Estado dijo que aún no estaba claro qué tan dañinas han sido las décadas de espionaje de Rocha, pero un portavoz dijo que está trabajando con la comunidad de inteligencia “para evaluar cualquier implicación a largo plazo para la seguridad nacional de este asunto”.
Otros estadounidenses también han sido arrestados por filtrar secretos a La Habana, incluidos Walter y Gwendolyn Myers, quienes fueron acusados en 2009 de espiar para Cuba durante casi 30 años