El Papa Francisco ha invitado a los participantes de la XVI Asamblea del Sínodo de los Obispos sobre la Sinodalidad, que ha arrancado este miércoles 4 de octubre, que dejen a un lado la «hipocresía», digan lo que piensan «a la cara» si no están de acuerdo, den prioridad a la «escucha» y que se practique un «ayuno de palabra pública».
«La charla es la enfermedad más común, si no dejamos que el Espíritu Santo nos sane esa enfermedad difícilmente podremos emprender un camino sinodal bueno. Por lo menos aquí dentro, si no estás de acuerdo con la hermana, el obispo, el laico, que lo digan en la cara porque esto es un Sínodo, decir la verdad, no la hipocresía, no hablar bajo la mesa a escondidas», ha subrayado el Pontífice, en un discurso para dar comienzo al Sínodo.
Frente a esas «palabras vacías», Francisco ha subrayado que la prioridad de esta primera fase de la asamblea, que se prolongará hasta el 29 de octubre, es «la escucha» y ha invitado a los participantes a hacer un «ayuno de palabra pública» para que el mensaje que llegue a los medios de comunicación sea «reflejo de esa vida en el Espíritu Santo».
«Es necesario un ayuno de la palabra pública para custodiar, guardar eso y lo que se publica debe estar conforme a ese ambiente, ya están diciendo que los obispos tienen miedo no quieren que los periodistas hablen, no, no, el trabajo de los periodistas es importantísimo pero tenemos que ayudarles para que puedan decir esto, este caminar en el Espíritu», ha precisado.
En este sentido, el Papa ha recordado que en sínodos anteriores las informaciones sobre los trabajos se vieron copadas por temas como la comunión de los divorciados, en el caso del Sínodo de la Familia, o la ordenación de hombres casados, en el Sínodo de la Amazonía. Ahora, en esta ocasión, Francisco ha indicado que han surgido «algunas hipótesis» por ejemplo sobre «el sacerdocio para la mujer» pero ha matizado que son «esas cosas que se dicen fuera».
Por otra parte, el Pontífice ha insistido en que el Sínodo «no es un parlamento» ni «una reunión de amigos para resolver algunas cosas o dar opiniones» y ha añadido que «el Espíritu Santo» debe ser «el protagonista» para que la reunión no acabe guiada por «intereses humanos o personales». Por ello, ha entregado a los participantes unos textos de San Basilio sobre el Espíritu Santo.
Además, ha aclarado que no se trata de llegar a una declaración final «sin matices» en la que todo sea «igual» porque deben quedar reflejadas las «muchas voces», algunas «similares» y otras «diferentes» unidas en una «armonía».
«Todas estas particularidades deben estar incorporadas en esa armonía del Espíritu Santo, nosotros no somos un parlamento no somos las Naciones Unidas, es otra cosa», ha zanjado.