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El Papa dice que el hambre es ‘un insulto’ que debe ‘sonrojar a la humanidad’ y pide gestionar mejor el agua

El Papa Francisco advierte de que el hambre y la desnutrición es «un insulto» que debería «sonrojar a toda la humanidad» y pide una mejor gestión del agua, en un mensaje dirigido al director general de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Qu Dongyu, con motivo de la Jornada Mundial de la Alimentación 2023, que se celebra este lunes 16 de octubre.

«La condición de hambre y desnutrición que hiere gravemente a tantos seres humanos es el resultado de un inicuo cúmulo de injusticias y desigualdades que deja a muchos tirados en la cuneta de la vida y permite que unos pocos se instalen en un estado de ostentación y opulencia», precisa el Papa, al tiempo que añade que esta inaccesibilidad a recursos básicos «es, sin duda, un insulto que debería sonrojar a toda la humanidad y movilizar a la comunidad internacional».

El Papa precisa que la Jornada Mundial de la Alimentación se celebra en una coyuntura en la que «la miseria y el desaliento no dan tregua a numerosos hermanos» y dice que «el grito de angustia y desesperación de los pobres» debe despertar a las personas del «letargo» que las «atenaza».

En concreto, sobre el lema de este año, ‘El agua es vida, el agua es alimento. No dejar a nadie atrás’, el Pontífice avisa de que, en la actualidad, este recurso «se ve amenazado por serios desafíos en términos de cantidad y calidad» y, por ello, pide «planificar e implementar su gestión de manera sabia, cuidadosa y sostenible, de forma que todos puedan disfrutarlo» y «nadie sea excluido».

«En muchos lugares del planeta, nuestros hermanos padecen enfermedades o mueren precisamente por la ausencia o escasez de agua potable. Las sequías provocadas por el cambio climático están dejando yermas vastas regiones y causando enormes estragos en ecosistemas y poblaciones. La gestión arbitraria de los recursos hídricos, su distorsión y contaminación dañan especialmente a los indigentes y constituyen un vergonzoso agravio ante el que no podemos quedarnos de brazos cruzados», subraya.

Ante esta situación, el Papa Francisco considera «imprescindible invertir más en infraestructuras, en redes de alcantarillado, en sistemas de saneamiento y depuración de aguas residuales, en particular en las zonas rurales más remotas y deprimidas».

También apuesta por «elaborar modelos educativos y culturales que sensibilicen a la sociedad para que se respete y preserve este bien primario». «Jamás ha de conceptuarse el agua como mera mercancía, como un producto de intercambio o un artículo para especular», insiste el Pontífice.

Igualmente, subraya que el agua es «indispensable» para la agricultura, por lo que pide que, en los cultivos, se fomenten «programas eficaces que eviten las pérdidas en las conducciones de riego agrícola»; se empleen «plaguicidas y fertilizantes orgánicos e inorgánicos que no contaminen el agua»; se favorezcan «medidas que salvaguarden la disponibilidad de los recursos hídricos para impedir que una escasez aguda se convierta en causa de conflictos entre comunidades, pueblos y naciones».

Además, reclama que la ciencia y la innovación tecnológica y digital se pongan «al servicio de un equilibrio sostenible entre el consumo y los recursos disponibles, evitando impactos negativos en los ecosistemas y perjuicios irreversibles en el medio ambiente» e insta a los organismos internacionales, los gobiernos, la sociedad civil, la empresa, las instituciones académicas y de investigación, a aunar voluntades para que el agua sea «patrimonio de todos».

Finalmente, el Papa anima a pensar en términos de «solidaridad» pues el mundo es «demasiado interdependiente y no puede darse el lujo de dividirse en bloques de países que promueven sus intereses de forma espuria y sesgada».

«Señor Director General, lamentablemente hoy asistimos a una escandalosa polarización de las relaciones internacionales debido a las crisis y enfrentamientos existentes. Se desvían hacia la producción y el comercio de armas ingentes recursos financieros y tecnologías innovadoras que podrían emplearse para que el agua fuera fuente de vida y progreso para todos. Nunca antes ha sido tan urgente convertirnos en promotores del diálogo y artífices de la paz», subraya el Pontífice en su mensaje.

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