En la madrugada de este miércoles un ataque con explosivos a una base del ejército en el Catatumbo, zona cocalera en la frontera con Venezuela, dejó 9 oficiales muertos.
La zona ha estado históricamente controlada por el Ejército de Liberación Nacional (ELN), la guerrilla más antigua del país.
Aunque no atribuyó el ataque al ELN, Petro llamó a consultas a su equipo negociador y repudió el hecho. El jefe del ejército y el comisionado de paz sí lo atribuyeron al ELN, mientras que Álvaro Uribe, expresidente y ficha clave de la oposición, lamentó «que Colombia hubiera abandonado la seguridad».
El episodio en el Catatumbo se añade a otros incidentes que en las últimas semanas han generado escepticismo sobre el ambicioso plan de «paz total» de Petro, que busca negociar simultáneamente reducciones de penas con las guerrillas y los narcotraficantes a cambio de su desmovilización y contribución judicial.
«Ya es claro que el alcance de la paz total va a ser limitado y el gobierno debe reconocerlo», dice Jorge Mantilla, experto en crimen organizado. «Se va a tener que acotar la grandilocuencia de la paz total, cosa que implica ajustes de agenda, de procedimiento y, sobre todo, de actores, de con quiénes se va a negociar o no».
Juanita Vélez, investigadora del centro de estudios Conflict Responses añade: «A Petro se le está enredando la paz total. Esto va a ser más lento de lo que se pensó y veo muy difícil que se logre consolidar en el tiempo de gobierno que le queda (3 años y medio)».
En los 7 meses que lleva en el poder, Petro no ha logrado contener el aumento de violencia que se registró durante el gobierno de Iván Duque. Aunque los homicidios y asesinatos de líderes sociales han disminuido levemente, las cifras de secuestros, extorsiones y masacres han aumentado, según la policía.
Estos son los tres principales frentes en los cuales el plan de Petro ha sufrido golpes que complican su objetivo.