La Policía de Sri Lanka reanudó este miércoles una masiva operación antidroga en la que han sido detenidas ya unas 13.000 personas, tras una breve tregua por la Navidad, entre críticas contra la actuación policial y el jefe de Policía de la isla.
«Hasta ahora hemos detenido a más de 13.000 sospechosos en casi 13.800 redadas entre el 17 de diciembre y el 23. Detuvimos la operación por Navidad, y la hemos reanudado hoy», dijo a EFE un portavoz de la división de información de la Policía esrilanquesa, que pidió no ser identificado.
Las fuerzas de seguridad reivindicaron haber incautado unos 450 kilogramos de diferentes narcóticos, incluyendo heroína y metanfetamina.
Bautizada como Operación Justicia, las autoridades de la nación isleña iniciaron la masiva ola de arrestos el pasado 17 de diciembre con la promesa del ministro de Seguridad Pública esrilanqués, Tiran Alles, de erradicar el tráfico de drogas.
La campaña ha suscitado las críticas de organizaciones pro derechos humanos, sin embargo, que han denunciado que los registros se realizan sin órdenes de registro y se dirigen únicamente a zonas pobres.
Esta oposición al operativo se suma a la oleada de críticas que desató el nombramiento a finales del pasado noviembre del nuevo inspector general de Policía de Sri Lanka, Deshabandu Tennakoon, condenado luego por el Tribunal Supremo junto con otros tres oficiales por torturar y detener ilegalmente en 2011 a una persona en una comisaría.
A estas quejas se unió la advertencia del ministro de Justicia y Asuntos Penales, Wijedasa Rajapakse, que dijo ayer a los medios que las cárceles del país se encuentran masificadas y podrían verse «abrumadas» por el súbito flujo de detenidos.
A largo plazo, sin embargo, Rajapakse defendió la campaña gubernamental contra los estupefacientes.
Sri Lanka ha llevado en el pasado grandes operaciones antidroga, y en 2019 el entonces presidente, Maithripala Sirisena, prometió una guerra sin cuartel y la reinstauración de la pena de muerte en la isla contra los traficantes, tras inspirarse en la sangrienta campaña del expresidente filipino Rodrigo Duterte.