El Papa ha vuelto a referirse en primer lugar a la situación en Oriente Próximo en su mensaje de Navidad al reclamar que «no se siga alimentando la violencia y el odio, sino que se encuentre una solución a la cuestión palestina por medio de un diálogo sincero y perseverante entre las partes, sostenido por una fuerte voluntad política y el apoyo de la comunidad internacional». «Hermanos y hermanas, recemos por la paz en Palestina y en Israel», ha exclamado.
Así lo ha puesto de manifiesto desde la logia central de la basílica vaticana, a la que se ha asomado para leer el mensaje de Navidad e imponer, posteriormente, la bendición ‘urbi et orbi’ a todos los que han escuchado su mensaje. Unas 70.000 personas han seguido en directo este año su mensaje, según fuentes Vaticanas.
De este modo, ha deseado que llegue la paz en Israel y Palestina, «donde la guerra sacude la vida de esas poblaciones». «Un abrazo a ambas, en particular a las comunidades cristianas de Gaza, la parroquia de Gaza, y de toda Tierra Santa», ha dicho.
El Pontífice ha recordado el ataque de Hamás en Israel del pasado 7 de octubre, ha asegurado que lleva en su corazón el dolor por las víctimas de esta «execrable» acción y ha renovado su «llamamiento apremiante» para la liberación de quienes aún están retenidos como rehenes.
También ha suplicado que cesen las operaciones militares, con sus «dramáticas consecuencias» de víctimas civiles inocentes, y que se remedie la «desesperada» situación humanitaria permitiendo la llegada de ayuda.
BELÉN «EN LOS CORAZONES»
Francisco ha comenzado su mensaje de Navidad acordándose de Belén, como hizo también en la homilía de la Misa de Nochebuena. «La mirada y el corazón de los cristianos de todo el mundo se dirigen hacia Belén. Allí, donde en estos días reinan dolor y silencio, resonó el anuncio esperado durante siglos. Les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor», ha exclamado.
El Papa ha presidido su undécima Navidad en el Vaticano y en sus discursos públicos está muy presente la situación en Oriente Próximo y estos días, en concreto, las dificultades para que los cristianos de Tierra Santa celebren la Navidad.
De hecho, en la homilía de la Misa de Nochebuena, celebrada este domingo, el Pontífice comenzó con un recuerdo a la ciudad de Belén, en Cisjordania, vacía estos días de peregrinos y sin signos de celebración.
«Nuestro corazón esta noche está en Belén, donde el Príncipe de la Paz sigue siendo rechazado por la lógica perdedora de la guerra con el rugir de las armas que también hoy le impide encontrar una posada en el mundo», subrayó.
El Pontífice se ha preguntado en su mensaje cuántas matanzas de inocentes hay en la actualidad en el mundo: en el «vientre materno, en las rutas de los desesperados que buscan esperanza, en las vidas de tantos niños cuya infancia está devastada por la guerra». «Son los pequeños Jesús de hoy. Estos niños cuya infancia es devastada por la guerra, por las guerras. Decir sí al Príncipe de la Paz significa decir ‘No a la guerra’, y esto con valentía, decir no a la guerra, a toda guerra, a la misma lógica de la guerra», ha reflexionado.
Pero también ha advertido de que para decir ‘No a la guerra’ es necesario decir ‘No a las armas’. «¿Cómo se puede hablar de paz si la producción, la venta y el comercio de armas aumentan? Hoy, como en el tiempo de Herodes, las intrigas del mal, que se oponen a la luz divina, se mueven a la sombra de la hipocresía y del ocultamiento. Cuántas masacres, debidas a las armas, ocurren en un silencio ensordecedor, a escondidas de todos», ha lamentado.
En este sentido, ha pedido que se conozca cuántos fondos se destinan a armamento y que se hable y se escriba sobre ello para que «se conozcan los intereses y los beneficios que mueven los hilos de las guerras».
«Isaías que profetizaba el Príncipe de la Paz escribió acerca de un día en el que no levantará la espada una nación contra otra, ha escrito de un día en el que los hombres no se adiestrarán más para la guerra, sino que con sus espadas forjarán arados con sus lanzas. Con la ayuda de Dios pongámonos manos a la obra para que ese día llegue», ha instado.
PAZ EN LA «MARTIRIZADA» UCRANIA
En su mensaje de Navidad, el Pontífice se ha acordado también de Ucrania, para la que ha «implorado» la paz. «Renovemos nuestra cercanía espiritual y humana a su martirizado pueblo», ha instado.
Además, se ha dirigido a la población de la «martirizada Siria, como también a la de Yemen, que «sigue sufriendo», y al pueblo libanés para que «pueda recuperar pronto la estabilidad política y social», y a Armenia y Azerbaiyán, para que llegue la paz definitiva entre ambas.
Pero también se ha referido a las «tensiones» y «conflictos» que perturban a las regiones del Sahel, el Cuerno de África y Sudán, como también a Camerún, la República Democrática del Congo y Sudán del Sur. Al igual, que de la península coreana, para la que ha pedido que se den vínculos fraternos, abriendo vías de diálogo y reconciliación que puedan crear las condiciones para una paz duradera.
SOLUCIONES PARA EL CONTINENTE AMERICANO
También ha pedido que el Niño inspire a las autoridades políticas y a todas las personas de buena voluntad del continente americano para hallar «soluciones idóneas que lleven a superar las distinciones sociales y políticas, a luchar contra las formas de pobreza que ofenden la dignidad de las personas, a resolver las desigualdades y a afrontar el doloroso fenómeno de las migraciones».
«Desde el pesebre, el niño nos pide que seamos vos de los que no tienen voz. Voz de los inocentes, muertos por falta de agua y de pan, voz de los que no logran encontrar trabajo o lo han perdido, voz de los que se ven obligados a huir de la propia patria en busca de un futuro mejor, arriesgando la vida en viajes extenuantes y a merced de traficantes sin escrúpulos», ha reclamado.
Finalmente, Francisco ha recordado que dentro de un año comenzará el jubileo y ha pedido que este periodo de preparación sea para decir ‘No la guerra’ y «sí a la paz».