Israel conituó ayer acumulando ejércitos y equipo militar en la frontera norte de la franja de Gaza, a la espera de la orden para invadir esta zona, tras una semana del ataque de Hamás contra poblados judíos que dejó más de 1.300 muertos.
La respuesta israelí, con bombardeos terrestres y aéreos, ha dejado más de 2.000 fallecidos en la parte norte de la franja, que vive horas de caos debido al ultimátum del Ejército israelí para que los más de un millón de habitantes abandonen la zona antes de la incursión final.
El secretario general de la ONU, António Guterres, pidió a Hamás que libere a todos los rehenes y a Israel que permita la entrada de ayuda humanitaria en Gaza, al advertir de que Oriente Medio está “al borde del abismo”. “Gaza se está quedando sin agua, electricidad y otros suministros esenciales”, afirmó Guterres.
Las reservas de la ONU de alimentos, agua, suministros médicos y combustible en Egipto, Jordania, Cisjordania e Israel “pueden despacharse en cuestión de horas”, prosiguió, y añadió que el personal “tiene que poder llevar estos suministros a Gaza.